miércoles, 9 de octubre de 2013

El bien y el mal en “Las calles enemigas”, novela premiada De Roberto Marcallé Abreu*.

                         

Por Eli Quezada
Si el mundo fuera un lugar perfecto, los padres dirían a los jóvenes:
Hijo, sal a la calle y haz lo que veas y eso acabaría con el problema
de la ética, pero no es así.”
         Fernando Savater                                       
(Ciudadanía y Ética, Conferencia- Monterrey, 1999)


He recorrido “Las calles enemigas”, novela que me permite leer Roberto Marcallé-Abreu,  tras obtener el prestigioso Premio Nacional de Literatura que auspició la  Universidad Central del Este (UCE)-


Luego de ese paso agitado por sus calles, que son las mismas mías, y, posiblemente, las suyas, querido lector; y que es el espacio donde se desarrolla la trama novelesca, he quedado abstraída, abrumada por el realismo-negro con que el autor aborda este tema imperioso del devenir de la maldad en las sociedades postmodernas donde la corrupción se esparce como pimienta roja en las carnes frescas de nuestra gente, por todos los rincones de nuestras ciudades. Don Roberto lo hace desde la trama expectante de la novela negra, trazando con una preponderancia avasallante un tecnicismo depurado, un tratamiento literario digno de estudio y de exploración para la enseñanza de la materia en las instituciones educativas, en especial el buen uso del tema “suspenso” engarzado con la profundidad del tema “ético-social” al cual nos tiene acostumbrado. Su discurso rescata a las voces de la gente de la calle. Es compasivo,  ágil y fluido y la universalidad del contexto expuesto se podría encontrar en cualquier sociedad o ciudad, mejor dicho, en las calles golpeadas de cualquier ciudad en vía de desarrollo, incluso, en el tren del mismo desarrollo postmoderno.

Nos muestra un discurso del resultado de vivir en una sociedad donde sólo hay respuestas para los ricos, para los que se escudan en el poder. Nos muestra los cambios ocurridos en las ciudades y la nostalgia del pasado. Ese ‘deja vu’ la hace ir a por los tiros de “Cien años de soledad” de García Márquez, guardando ambas, técnicas y  tratamientos disímiles en su construcción: “Cien años de soledad” incursiona en el realismo mágico y “Las calles enemigas” es realismo puro adobado, si se quiere de cierta crudeza y suspenso, por eso pertenece a la categorización de novela negra.


En cuanto a los personajes, Severino, para mí comparte protagonismo con el elemento “Ciudad-Las calles” en fin “La sociedad”. De don Jesús y su hijo Armando deviene toda la trama… Misma que es contada en un estilo feedback que permite seducir al lector hasta caer rendido. Estamos frente a una historia lista para ser llevada al cine, si se quiere. Mercedes, Mineidy, el Dr. Domínguez, Bobby, los sacerdotes, etc., son personajes plásticos, orgánicos y creíbles.

El elemento “nostalgia” es explotado por el escritor en la voz de Severino. Y ese elemento nos hace resaltar la pregunta cual huevo y gallina. ¿Es el desarrollo el culpable de la desintegración de las sociedades? Describe a una ciudad colonial, a un Gazcue del pasado y al actual.

Y un personaje que da sentido a la maldad que cobra vida en él y es –El hombre de las gafas negras- quien encarna con todas sus letras la esencia del mal y el antagonista. Su ropa negra, su modus operandi de acabar con sus víctimas que incluye violación. Es el mal que corroe las calles, que compromete a los jóvenes y que influye de una u otra forma a perdición y aniquilación. Y pensamos en el auge de las drogas, de la criminalidad, del desacato familiar, del libertad mal entendida o libertinaje, de la corrupción piramidal, a todos los niveles: mientras más alto más grande. Los puestos de mando altamente corroídos por la ambición, el poder y la negligencia.

Las masas, el pueblo, a veces, desesperanzados, caen en desidia y apatía. Otras en pereza, y es el caso de la joven Mineidy. Otros en pie de lucha que decae cuando entiende que las leyes, aunque existen, no funcionan, y lamentablemente, deben buscar justicia con sus propias manos. Y es como retroceder a la ley del talión. “Ojo por ojo, diente por diente”, lo cual, da al traste con todo intento de evolucionar.

Pienso que el autor nos narra claramente en Las calles enemigas, la decadencia moral del ser humano. No es algo nuevo aunque deliremos por el ayer que, aparentemente fue mejor, Lo que nos pasa es que fuimos más inocentes y concuerda con el pensamiento de Marco Tulio Cicerón cuando dijo: “Cuando mejor es uno, tanto más difícilmente llega a sospechar de la maldad de los otros” y en relación a que no es algo nuevo le citaré un documento egipcio que data del 2500 a C. que se titula la canción del desesperado. Y dice:

“Este mundo es un lugar terrible, los militares son violentos, los jueces son prevaricadores, los comerciantes engañan con el peso. Las mujeres engañan a sus maridos. Los hombres olvidan sus deberes. Las cosas no pueden seguir así. Este mundo se acaba.”



Ya Roberto Marcallé-Abreu me había sorprendido con la mejor novela que leí  el pasado año “La manipulación de los espejos” y en cuanto a su fondo repite su  compromiso con la ética social, una es eventualmente muy sicológica mientras que “Las calles enemigas” tienen un condimento real, evidentemente socio-política-cultural, incluso con tintes o pinceladas sacras. Es perceptible en su exposición general de toda la sociedad. Presenta la sociedad tal cual es, tal cual se “desarrolla” imbuida en esa sed del tener antes que la sed del SER. Puedo decir, sin temor a equivocarme que Marcallé-Abreu tiene muy claro su compromiso de escritor y es presentarnos la sociedad tal cual es, sin maquillajes, sin falsos ni prestados ídolos.

Me remite a la cita de William James cuando dijo: “El mayor descubrimiento de mi generación es que los seres humanos pueden cambiar de vida cambiando de actitud" Y yo creo que, con obras como esta y las demás de este multipremiado escritor dominicano, Roberto Marcallé-Abreu se puede dar a beber de la actualidad, sus males, sus bondades a fin de no caer en insurrecciones futuras.

Los ruidos de las calles, de las demandas postmodernistas en cuanto a las nuevas formas de des-comunicarse hacen que nuestros hombres y mujeres, no sólo los jóvenes, aunque estos últimos resulten más afectados por la moda actual que los enmudecen… ellos no conocieron como nosotros la necesidad de desplazarse para decirle a la persona amada: te quiero mucho. Con un clic instantáneo ya están posteándolo por doquier en las redes sociales. Llegando, incluso a banalizar los sentimientos y a hacerlos holográficos más que sensoriales. De nosotros está re-aprender y no aislarnos de nuestros hijos para encauzarlos en lo que es su hoy.

Es cierto que, “El talento se forma en la soledad; el carácter, en el bullicio" como dijo, sabiamente, Goethe. No obstante creo interesante las palabras de Pasteur cuando dice: “No le evitéis a vuestros hijos las dificultades de la vida, enseñadles más bien a superarlas”

Admito que me gusta recalcar todo lo que sea el discurso del SER. La ética moral, social y ciudadana es la que nos importa rescatar y enseñar a los individuos de las calles y de las casas quiero terminar con la teoría fascinante de Fernando Savater en una conferencia sobre Ciudadanía y Ética que impartió en Monterrey en 1999, que decía lo siguiente: “Si el mundo fuera un lugar perfecto los padres dirían a sus niños, a los jóvenes: Hijo, sal a la calle y haz lo que veas y eso acabaría con el problema de la ética, pero no es así.”

Decía Voltaire hablando sobre lo personal de la búsqueda de la perfección de cada ser humano: “En Inglaterra cada uno va al cielo o al infierno, por el camino que prefiere”. Y yo creo que no solo en Inglaterra.

Me encanta que Savater defienda el hecho de la ética acentuada en el respeto por la Dignidad humana. No importa el color, el credo, la cultura ni el género. Respeto a la persona sea hombre o mujer, blanco o negro, de cualquier secta o grupo cultural. Lo importante, dice él “es que a las personas hay que respetarlas por lo que hacen, en todas las etnias, ghettos, géneros, religiones hay personas excelentes, especiales, creativas.” Obviamente una persona que le quita la vida a otra no merece respeto no importa las causas, las venganzas, el motivo implícito del hecho.

Particularmente creo, siendo exageradamente subjetiva que, cruzar los límites del bien, borde delgado que nos separa del mal, funciona como lo haría una droga: Un dulce placer de llegar al paraíso; euforia efímera y placentera como vuelo de pájaro que va acompañada de un estado de megalomanía, o sentimiento de ser todopoderoso para dejar caer a su víctima en una total depresión y desprecio por sí misma. El asco por su ser le hace vivir un círculo vicioso si no sana esas heridas que el mal ha ocasionado en su psiquis. De modo que podemos errar y salir pronto del entuerto pero nunca llenarnos de ira y bestialidad que nos apartarán ipso facto de la cordura que nos hace humanos racionales. Debemos insistir en la viabilidad del bien por encima del mal. Es tan triste la vida del corrupto, del que delinque… siente asco de su proceder aunque no lo admita.


Concluyo invitando a la lectura, en su momento de esta nueva obra novelística de gran trascendencia en la literatura nacional pero en toda la región.  Don Roberto Marcallé-Abreu es todo un maestro en su oficio de narrador. Las conclusiones las ofrece cada lector. Hay que recordar que “La belleza es mirada” como dijo Einstein.

 “Las calles enemigas”,  Premio Nacional de Literatura 2012, auspiciado por la Universidad Central del Este, será publicado a finales de este año para el aniversario de la universidad.  

Elizabeth Quezada.
26 de enero, 2013

*Roberto Marcallé Abreu es un conocido autor de novelas, cuentos y ensayos que entre otros galardones ha obtenido en dos ocasiones el Premio Nacional de Novela con las obras “Cinco bailadores sobre la tumba caliente del licenciado” y  “Alternativas para una existencia gris”. Ha obtenido, asimismo, primeros premios en concursos de cuentos y ensayos. Ha publicado cerca de veinte libros. En este año la Editora Nacional  publicó un tomo en el que se recogen seis libros de sus cuentos  y que ha sido elogiado por la crítica. También publicó la novela “La manipulación de los espejos” y un libro de cuentos escrito años atrás titulado “Sábado de sol” entre otros.

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